domingo, 27 de noviembre de 2011

El nombre exacto de las cosas

Eso es lo que pedía Juan Ramón, “ el nombre exacto de las cosas….”
Por mi profesión, maestra, y mi formación, filóloga, he tenido la inmensa suerte de convivir diariamente –en sus obras- con gigantes intelectuales, uno de ellos es a decir de muchos el mejor poeta del SXX: Juan Ramón Jimenez.
Teniendo yo 10 años y habiendo finalizado el curso de 1º de bachiller en el Instituto Miguel Servet en Zaragoza, me fue concedido un diploma por “buena estudiante”( en aquel tiempo no existía aquello de “progresar adecuadamente” y no digamos el pasar de curso aprobaras o suspendieras) el premio consistía en un gran diploma con escenas del mundo clásico, donde figuraba tu nombre, tu premio y la institución que te lo concedía. Se entregaba en el Salón de Actos en una ceremonia emocionante, sobre todo para las premiadas y sus familiares. Además del preciado diploma, te regalaban un libro. En mi caso ese libro fue “Platero y yo”. Han pasado más de 40 años, lo sigo leyendo, y todavía en determinados capítulos leídos en voz alta – en la escuela- se me pone un nudo en la garganta por la prístina belleza de sus palabras: “el nombre exacto de las cosas”.-
Lo he leído durante años en diferentes escuelas tanto rurales como urbanas, y puedo asegurar que a los niños les ha encantado. En una ocasión un inspector que sabía de esta actividad se presentó en mi clase de improviso y comenzó a hacer preguntas a los niños acerca de JRJ, acerca de su vida, del libro de Platero…. Salió impresionado de la clase, los niños hablaban de él casi como un familiar. No era para menos, pues lo leíamos y comentábamos cada día. Antes de comenzar a leer el libro, les expliqué los trazos gruesos de su biografía, y en un mapa contemplamos dónde estaba situado aquel pueblo: Moguer, dónde transcurría la historia de Platero y su acompañante “el poeta, el loco”.
He decidido hacer un sitio aquí, en mi humilde blog, a este libro que me ha acompañado casi toda mi vida. Iré insertando los capítulos que he leído en la escuela (que no son todos, pues los más subjetivos o filosóficos no me parecían adecuados para edades tan tempranas) y subrayando las palabras o frases que a ellos, los niños, les gustaban o impresionaban más, y sobre las cuales comentábamos después de leer el capítulo.
Dejo para más adelante al “Caballero de la triste figura”.

1 comentario:

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo ya que pienso que es un magnífico y dulce compañero, "Platero y yo" para la andanza intelectual de los pequeños escolares. Les has dado un ejemplo maravilloso para su inicio en el bagaje intelectual con la obra de Don Juan Ramón, en mi opinión.
    ¡Qué importante es, siempre, toparse con un buen profesor, como en este caso!
    Mil gracias, Carmen, por tu emotivo y bello texto.
    Un abrazo para todos.

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